Una Mosca en la Red

Desde hace ya algunos años, la empresa de cyber seguridad «V&D» ha estado buscando diferentes maneras con las que una persona podría acceder sin problemas ni permisos a los ordenadores y a las webs de los demás. A pesar de lo que la mayoría de personas piensan de este tema, lo hacían para así poder crear una red más segura para todos. En el mundo hay una mala idea sobre los hackers, pues se suelen confundir siempre con los crackers, los cuales son los que esta profesión haya cogido tan mala fama.

En sus inicios, V&D era solo un pequeño negocio de un joven autónomo. Era el fundador y el único trabajador de la empresa, por ello solo se dedicaba a la seguridad web. El chico se supo mover bien entre la burocracia de las empresas y supo aprovechar los contactos y las oportunidades que tenía y consiguió transformar su pequeño negocio en lo que es hoy en día.

Aparte de V&D, fue abriendo diferentes negocios que le iban dando más capital y más sobrenombre en el país. No eran gran cosa la verdad, pero le permitían tener el tiempo libre y quitarle las preocupaciones que tenía al empezar su carrera empresarial.

A pesar de la cantidad inmensa de pequeños negocios que tenía a su alrededor y la cantidad de dinero que le permitían vivir como siempre había querido, había algo que le faltaba poco por tener pero no tenía: Poder, el auténtico poder que le permitiría cambiar realmente las cosas. Muchas veces había fantaseado con ello. Muchas veces había escrito distintas historias donde él o personajes similares a él conseguían poderes y/o habilidades increíbles que les permitían hacer lo que ellas querían. A pesar del auténtico poder que realmente tenía gracias a sus negocios, él fantaseaba con tener más. Hoy en día, se repulsa y se condena a sí mismo por haber fantaseado con semejante poder.

Dicha idea le vino a la mente gracias a una película que vio por internet un día caluroso de verano en el que tuvo que encender el aire acondicionado para evitar derretirse. La película en sí le gustó bastante, aunque siempre pensó en que podrían mejorarla y haber escrito su historia de una manera bastante distinta para que tuviese mucho más sentido y fuese mucho más entretenida. Nunca pensó que protagonizaría una historia con la que fantaseó años atrás.

Con su idea en la mente, se puso en contacto con expertos científicos y gracias a los ingresos de sus negocios, abrió un pequeño laboratorio genético en su pueblo natal. No quería que la gente supiese que estaba investigando y obligó a sus pocos trabajadores a firmar contratos de confidencialidad. Invirtió años y una gran fortuna en ese laboratorio y su extraña investigación y para él parecía que nunca llegaba el momento en el que su sueño se cumpliría a pesar de que cada vez le quedaba menos.

5 años después de abrir el laboratorio, empezaron los experimentos y Debian se nombró a sí mismo la cobaya. Él empezó esto y quería ser él el que tenía el poder. No habría esperado tanto tiempo ni invertido tanto dinero si otra persona se hubiese llevado el premio.

Se quitó su americana y su camisa y las dobló con cuidado para dejarlas en la mesita que tenía a su lado, mostrando su cuerpo corpulento y graso. Sacó los pies de sus mocasines negros y desabrochó el botón que sujetaba su pantalón negro, se lo quitó y lo colocó con cuidado junto con las demás prendas. Estando en calzoncillos, se acercó al jefe de su laboratorio, el cual le ofrecía una bata mientras le miraba preocupado. Se la puso y entró al quirófano donde se haría la magia.

-¿Estás preparado? – Le preguntó Derek.

-Sí, hazlo ya. No puedo esperar más.

Derek le puso la mascarilla con anestesia en la boca y Debian se durmió profundamente.

La anestesia iba perdiendo efecto y Debian se fue despertando poco a poco. A pesar de que sus ojos estaban cerrados, veía unas extrañas ondas que iban recorriendo toda la habitación. Iban de un lado a otro, como si se estuviesen comunicando unas con otras, o mejor dicho, como si estuviesen esperando algo de alguien. Pudo distinguir hasta 3 ondas distintas, y se concentró en la que estaba más cerca, la que tenía más potencia y unas extrañas letras y números le vinieron a la mente. Aún no estaba del todo consciente y no entendía por qué le sonaban tanto dicha combinación de números y letras.

– ¿Qué son esas letras? – Preguntó con una voz ronca y apagada.

Derek y los demás se sorprendieron y fueron a ver como estaba.

– ¿Qué letras? ¿Qué has visto?

– NykoW – Deletreo Debian. – Me suenan mucho y ahora no paró de pensar en ellas…

– ¡Es nuestro Wifi! – Gritó emocionado Derek. – Haz la prueba, piensa en la contraseña, te la deletreo: A mayúscula, u minúscula, ocho, k mayúscula.

Debian pensó en esa combinación una y otra vez intentando conseguirlo, aunque no parecía poder.

– Déjalo, no lo intentes más ahora. El hecho de que la hayas detectado ya significa que funciona. Descansa un poco y cuando estés mejor haremos más pruebas.

Debian se rascó la cabeza con cuidado, notó el aparato y los cables que le habían instalado hacía unas horas. Los recorrió por su cuerpo hasta llegar a sus muñecas; en la derecha, tenía un enchufe USB mientras que en la derecha tenía una roseta RJ45. Tanto uno como otro tenían una tapa para evitar que entrase suciedad. Y al igual que los cables que corrían por su cuerpo, eran resistentes al agua.

– Ayudadme a levantarme, tengo que probarlo, no puedo esperar. – Dijo mientras los demás corrían hacia él para ayudarle.

Lo llevaron hasta el rúter de su laboratorio y cogieron el cable Ethernet que conectaba con el ordenador y se lo conectaron en la muñeca derecha. Tenían miedo de que podía pasar, no sabían si realmente funcionaría o no. Todos los cálculos y pruebas teóricas funcionaban a la perfección, pero la práctica, la práctica era algo completamente distinto. Había muchas cosas que no sabían que podrían ocurrir, muchas variables que no tuvieron en cuenta. Pero a pesar de todo, Debian continuó adelante y al enchufarse a la red sintió que pudo ver la realidad del mundo.

Derek le hizo algunas preguntas, y le explicó las aplicaciones básicas que tenía el aparato al cual le pusieron el curioso nombre de «La mosca».

– De momento tienes tres aplicaciones básicas, un buscador que te servirá para buscar información de lo que quieras cuando quieras, siempre y cuando estés conectado a una red, obviamente. Un escáner que te permitirá detectar los aparatos conectados a tu misma red o bien detectar las diferentes redes wifi de tu alrededor y la más importante, un login para conectarte a las redes o aparatos que desees.

Derek miró a su experimento y vio como este no había escuchado absolutamente nada de lo que le había explicado. Tenía los ojos cerrados y se notaba como se iban moviendo de un lado a otro. Uno de los ayudantes de Derek se quiso acercar y preguntarle si se encontraba bien, pero este le paró y continuó observando. A Derek le llegó un mensaje al móvil, este miró y se disculpó, dio una escusa y salió un momento.

– Parece que esto va bien. – Dijo Debian. – Realmente bien… Sería un peligro que esto llegase a malas manos.

– Pues claro señor, no permitiremos que le ocurra nada, nadie más aparte de nosotros sabe nada de esto. – Contestó uno de los investigadores.

– Lo sé. – Dijo con una extraña sonrisa.

Debian oyó diferentes tiros con silenciador y oyó como los cuerpos caían al suelo. Abrió los ojos, miró los cadáveres que tenía a su alrededor y pasó por encima de ellos, parando al lado de Derek, que tenía una pistola con un silenciador en una mano y un maletín en la otra.

– Ya lo he hecho. Ahora elimina todo lo que tienes. – Dijo con miedo. – Quiero ver como lo borras.

– La gente como tú solo sirve para que la gente como yo siga adelante…

– Cállate, borra todo lo que tienes o te mato al igual que les he matado a ellos! – Gritó enfadado.

– Sabes de sobra que pasará si me matas. Toda tu nueva vida volverá a la basura que era antes. Tu esposa sabrá quien eres en realidad, tu hijo no querrá volver a estar contigo nunca y solo tendrás dos opciones; huir y seguir matando o entregarte y pudrirte toda tu miserable vida en una prisión… Ahora quita de en medio y déjame ir a cumplir mi parte del trato.

Se dirigieron al despacho personal de Debian, iban despacio, demasiado para el gusto de Derek. Debian abrió la puerta con la pistola apuntándole la nuca y caminó hacia su ordenador. Lo desbloqueó y buscó el archivo comprimido con todos los documentos y videos que demostraban que Derek es en realidad un conocido criminal que ha segado ya más de 30 vidas.

– ¿Contento? Ahora nadie sabrá que eres un asesino. – Dijo con una extraña voz.

Derek le miró al notar el cambio de voz, Debian parecía confuso, asustado incluso y no entendía el porqué. Hacía unos segundos estaba la mar de tranquilo y ahora, ahora parecía que se daba cuenta de que tenía una pistola apuntándole la cabeza.

Un golpe ensordecedor. Una puerta derrumbada. Un flash que cegó a todo el mundo. Y un único tiro. En menos de 10 segundos un escuadrón había entrado en el despacho y había eliminado al criminal que estaba buscado internacionalmente.

– Perdónenos señor, no queríamos cegarlo a usted también, pero no podíamos correr riesgos. – Le comentó el capitán del escuadrón.

– ¡Gracias a Dios que estáis aquí! ¡Ha estado a punto de matarme! ¡Ha disparado a todos los otros científicos! – Gritó llorando. – Suerte que pude enviaros un mensaje de SOS sin que se diese cuenta. ¡No sé que habría sido de mí! – Gritó mientras todos los ordenadores que habían utilizado durante el proceso de investigación se formateaban y se reinstalaban sin que nadie se diese cuenta.

Con los ojos cerrados por el dolor, Debian notó los dispositivos de comunicación que tenían todos los policías. Escuchaba lo que decían, les espiaba esperando no oír nada sobre él. Su atención bajó al escuchar como se apenaban del hombre que había tenido que ver tal masacre, aunque a pesar de ello no confiaba en ellos y accediendo a su ordenador central como el que entra en su casa, les instaló un spyware que le avisará si aparecía algún detalle sobre él.

Ahora ya podía ser realmente libre, ahora ya tenía el poder que deseaba tener desde que era solo un crío. Ahora empezaba su aventura, una que nunca llegaría a terminar. Una aventura que no sería tan divertida como pensaba.

El día en el que se dio cuenta de ello fue un día extraño incluso para alguien que se podía conectar mentalmente a internet. Ya habían pasado 4 años desde la masacre del laboratorio. Debian consiguió mejorar sus habilidades, ya no le hacía falta conectarse a una red wifi para ir a internet; el 5G, a pesar de todas las críticas infundadas y creadas por los conspirativos que tuvo, le aceptó como un dispositivo más.

Su egocentrismo subía cada vez que leía alguna noticia sobre la «Mosca en la red». La policía llevaba años buscándolo y no se daban cuenta de que él les estaba espiando a ellos, por lo que siempre que conseguían algo que les pudiese servir de ayuda para encontrarle, por mínima que fuese la información, él la modificaba para que apuntase hacía alguien completamente distinto. Esos actos llegaron a todo el planeta. Hicieron creer que una organización estaba detrás de todo. Nunca pudieron imaginar que fuese un solo hombre el que lo manejaba todo.

Incluso Anonymous habló haciéndose pasar por el autor de los actos. Dicha provocación les costó caro, pues en un solo día descubrió todas las células de los Hacktivistas que se apropiaron de sus actos, los desveló hacía el mundo y los humilló sin que supiesen la manera.

Meses después de ello, mientras Debian paseaba hacía su cine favorito esperando ver la nueva película de estreno, el escáner de un Cracker notó el dispositivo conectado a su cerebro. No supo que sistema operativo tenía y su curiosidad aumentó. Se centró en ese extraño dispositivo. Parecía estar escaneando todo a su alrededor, al igual que él. Parecía incluso que recibía información de la mayoría de los móviles que había a su alrededor. Por mucho que investigase y tratase de descubrir de que sistema operativo estaba creado no consiguió encontrar ninguna similitud, lo cual le alegró. Si era un nuevo sistema significaba que todas sus vulnerabilidades estaban aún con él.

Siguió a Debian hasta el cine apagando todos sus aparatos electrónicos para evitar que este le detectase. Entraron en la misma sala y mientras Debian disfrutaba de la aburrida película que mostraban, el cracker empezó a hacer diferentes pruebas para entrar en lo que él pensaba que era un teléfono curioso. Le sorprendió ver que al hacer un simple ping esté le respondió directamente con un login. Solo tenía que investigar un poco sobre ese hombre, y sería capaz de entrar en su mente, literalmente. Mientras le seguía se fijó en su maletín, llevaba una pegatina de la gran empresa de seguridad informática de V&D y buscó sobre ella. No tardó en encontrar una foto de su fundador. Entre sus redes sociales, las diferentes entrevistas que habían grabado y las noticias que hablaban sobre él conoció rápidamente el pensamiento de Debian, al conocer sus gustos y darse cuenta de que no utilizaría nunca una contraseña simple solo le quedaba una opción, tenía que probar con una tabla arco-iris. La única manera que le quedaba para entrar, era probar una a una todas las posibles combinaciones de letras y números. No podía hacerlo desde su portátil, pues tenía muy poca potencia y podría llegar a estar años y años probando. A pesar de las dificultades no se le quitaba la esperanza. Aún podía llegar hacer el ataque de la tabla arco-iris y reducir su tiempo de ejecución a horas, quizás minutos. Pero aún no tenía suficientes «materiales» como los llamaba él.

Se permitió mirar lo que quedaba de película y al acabar siguió a Debian desde una distancia moderada, quería saber donde vivía, no quería perderlo cuando tuviese los bots suficientes para hacer el ataque organizado. Le vio entrar en una gran mansión del centro. Se grabó a fuego la dirección de la casa y se marchó a una papelería cercana para imprimir el cebo con el que pescaría a sus bots. Nunca había ido por ese barrio, así que estuvo bastante rato para encontrar una papelería. No se sorprendió de verla cerrada, ya que había entrado de madrugada. Pero al cracker solo quería que hubiese una cerradura, un ordenador y una impresora. Cogió una máscara de la mochila y se la puso, además se cubrió con la capucha de su sudadera. Luego rebuscó entre la mochila hasta encontrar las ganzúas que tenía desde bien pequeño y sin prisa las movió dentro de la cerradura hasta que esta se abrió en silencio. La tienda era pequeña, no había cámaras ni alarmas, pero toda precaución era poca para él. Se acercó al ordenador, el cual estaba detrás de un mostrador blanco, lleno de extraños bolígrafos, gomas de borrar y otras cosas extrañas a las cuales no les veía la utilidad. Enchufó su Live USB antes de iniciar el PC encendiendo así el ordenador desde el sistema que tenía instalado en el dicho USB, en vez de utilizar el que había en el ordenador.

Creó un PDF falso en el cual se pedía ayuda para buscar a un perro perdido con una foto de un adorable cachorro que sacó de internet y debajo un código QR que enviaba a los incrédulos a una web maliciosa que convertía en zombis a todo aquel dispositivo que entrase en ella. Para evitar que la gente sospechase de dicha web, la modificó para que pareciese una simple página hecha en HTML. Imprimió muchos carteles, demasiados para los que necesitaba realmente.

3 días después de haber colgado los carteles por toda la ciudad, tuvo bajo su mandato más de 5.000 dispositivos. Desde su casa, envió una sola orden que llegó a todos al mismo tiempo. Todos empezaron a probar sincronizados las diferentes combinaciones y a los 10 minutos del ataque encontraron la curiosa contraseña que Debian había puesto a su cerebro.

Esos 10 minutos fueron aburridos para el cracker, pues no supo que hacer mientras esperaba. Pero no pasó lo mismo con Debian… Debian sintió dentro de sí cada intento fallido que había en su mente. Chillaba de dolor mientras notaba una lluvia interminable de agujas que le entraban y salían de cada uno de los rincones de su cabeza. Al acabar el ataque arco-iris Debian estaba tirado en el suelo, con sangre brotando de su nariz y sus ojos. No entendía de donde venía aquel sádico dolor y el porqué se había ido tan de repente. No moverse. No podía pensar. No notaba como el cracker entraba en su cerebro y se movía por el extraño sistema de directorios que tenía en su mente. A cada carpeta que entraba un espasmo le venía al cuerpo de Debian que ya había perdido toda voluntad. Molesto por no haber podido encontrar nada que le hubiese servido de valor. Por solo haber encontrado extrañas carpetas y archivos que ni siquiera era capaz de descargar por su tamaño exageradamente descomunal, tomó una decisión extrema. Ni siquiera se lo pensó, pues en su mente solo estaba el tiempo perdido. Absorto tomó la peor decisión para Debian, que poco a poco se iba levantando con la ayuda de su criada. Pues lo que hizo, fue borrarle completamente toda la información que tenía en el cerebro.

La pobre señora que estaba ya asustada de ver a su jefe tirado en el suelo con dificultad para hablar. Que intentaba levantarle para llevarlo hasta su cama gritó más aún cuando este le cayó muerto sin previo aviso. Antes del formateo, sus instintos primarios le ayudaban a levantarse con ella, le ayudaban a seguir respirando, a seguir intentando hablar, intentando pedir ayuda. Pero fue pulsar el botón y todo se apagó.

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