Hoy os traigo un nuevo relato del libro de relatos que quiero publicar en un futuro próximo. Este explica la épica historia de un cazador de dralons, los dragones marinos que habitan en los mares de Hial Bri.
¿Aún no conoces el reino en el que se originó el Grupo Sombra? Puedes saberlo todo sobre su origen aquí mismo:
Dragones Marinos:
El Puerto de Vir tiene un encanto particular a pesar de su reducido tamaño. La mayoría de sus habitantes viven de la pesca y el comercio marítimo y todos comparten una gran admiración hacia el gigantesco océano por el que pueden vivir.
En mi estancia allí, pude hablar con un auténtico cazador de Dralons, se notaba en su rostro que estaba consternado por todo lo que había vivido en el mar, en búsqueda de estas peligrosas bestias. Había perdido a mucha gente, y a pesar de que no me lo confirmó, sospecho que aún desea volver a cazar.
Su odio hacia los dralon era algo que me incomodaba, la verdad, pero necesitaba saber qué ocurrió en sus días cómo mata dragones. Y al ver que era reacio a explicármelo en persona, le ofrecí mi propio libro para que lo escribiese él mismo, y al menos, poder así calmar su mente:
Siempre he vivido en el Puerto de Vir, mis madres eran dueñas de uno de los grandes navíos pesqueros que traían una gran cantidad de pescado al reino. Gracias a ellas podíamos vivir cómodamente.
Pero a ninguno nos gustaba estar cómodos. Disfrutábamos de las peligrosas tormentas en mitad del océano, de las gigantescas olas, y sobre todo, de la pesca de riesgo.
Empezamos pescando los gigantescos Nearon, los cuales, a pesar de su gran tamaño, preferían huir antes que defenderse. Pasamos a buscar Sgayls para domarlas y utilizarlas así en las pescas. Estas malditas águilas marinas me dejaron más de una cicatriz…
Incluso una vez nos topamos con un popken, las ventosas de sus tentáculos casi hunden el barco aquel día. Pero a pesar de todo, nunca había pasado miedo, tenía a mis amigos, y a mis madres conmigo. Hasta que el dralón llegó.
Una ola de llamas apareció de la nada, Galya, mi madre, giró con fuerza el timón, intentando evitarla. Pero solo lo consiguió en parte. Una gran llamarada se había adherido a la cubierta, y esta crecía con cada ola que chocaba del mar tormentoso.
En medio del caos, conseguí ver la cola del demonio que había provocado el incendio inapagable…
Luchamos contra el fuego utilizando sacos de tierra. Parecía que conseguíamos mitigarlo, pero entonces ocurrió lo peor: Una gran tormenta cayó sobre nosotros, incendiando aún más el zuir que el Dralon no paraba de lanzar desde las aguas.
Abandonamos el barco utilizando distintos botes. Pero el infierno tan solo acababa de comenzar. El dralon nos tenía justo dónde quería.
Estábamos en medio de una lluvia de fuego, mientras intentábamos defendernos de los mordiscos del maldito animal…
La mayoría llevábamos alguna arma encima, pero poco podíamos hacer contra sus duras escamas.
Alguien empezó a gritar en uno de los botes de mi espalda. El zuir le alcanzó en medio de la lluvia, y en medio de todo el dolor, solo pudo saltar al océano para terminar con su sufrimiento, dejando tan solo un cadáver calcinado.
El cuerpo se acercó hacia mi bote, y entonces una malévola idea me atrapó la mente. Cogí el cuerpo y empecé a golpear el agua cerca de él.
Una gran sombra apareció rápidamente debajo de nosotros, saltó con fuerza hasta los cielos inflamables y dio la vuelta sobre sí mismo, abriendo las fauces, dispuesto a comerse a mi amigo.
Con el corazón a mil, aproveché su fuerza para clavarle el arpón dentro de la boca. Note cómo este atravesaba su piel interna, y chocaba hasta romperse contra sus escamas.
El gran cuerpo serpentino se hundió poco a poco en el mar, hasta desaparecer.
De un navío de más de veinte hombres y mujeres fuertes, tan solo sobrevivimos cuatro… Ese día, me propuse cazar a todos los dralon que habitaban en el mar. Y espero que mi hija siga mi camino…
