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Criaturas del Bosque

Aquí os traigo el segundo relato del pequeño libro que estoy escribiendo, este explica la primera vez que nuestro protagonista entra al bosque Berror, en busca de una bruja lobo:

Criaturas del Bosque:

Estuve un tiempo viajando por el bosque Berror. No fueron las noches más agradables, la verdad, y a pesar de que contraté a dos orgalcs para que me protegiesen durante las noches, no conseguí dormir tranquilamente.

A pesar de que el bosque es “pequeño”, puede convertirse en un auténtico laberinto si no sabes ubicarte bien, o si no conoces a nadie que te guíe. Pero ese era el menor de mis problemas.

Vine a causa de las leyendas que hablaban de brujas lobo y animales malditos que habitaban en el bosque. Demasiadas personas hablan sobre estas criaturas, pero son pocas las que las han visto, y yo quería ser una de esas personas.

Partimos desde Zunvra, dejando atrás las sombras infinitas para meternos de lleno en el bosque. El trayecto hasta la entrada de este fue tranquila, el sol iluminaba todo a su paso y ayudaba a combatir el frío.

Pero nada más llegar nos encontramos un siniestro escenario, como si el bosque nos estuviera advirtiendo de que no debíamos pasar: se trataba de un carro descarriado, completamente vacío, con dos cadáveres en el suelo. Eran una pareja de orgalcs, una tenía el pelo completamente rojizo, mientras que el otro tenía una gran calva reluciente de la cual crecían dos pequeños cuernos.

A pesar de la trágica escena, no fue eso lo que me horrorizó. Había una pequeña manada de animales verdosos rodeando los cadáveres. Nunca había visto nada parecido, tenían la cabeza y la cola de un zorro, pero su pelaje era verde como la hierba. No tenía patas. No las patas de un zorro al menos. Muchas patas salían de su verdoso pelaje, todas ellas afiladas y puntiagudas, muy similares a las de un insecto.

Lerin y Elen me apartaron rápidamente de esos demonios, sabían que eran y rápidamente encendieron una de sus antorchas y golpearon al animal más cercano en el morro. Este explotó dejando una humareda verdosa, mientras los demás salieron corriendo en dirección al bosque.

Los orgalcs los llamaron Gaures, una especie venenosa que se alimenta de cualquier tipo de cadáver que encuentre. Al parecer suelen dormir en madrigueras excavadas por ellos mismos. Y estas recorren todo el subsuelo de la isla.

Pueden ser letales si te arañan con sus patas o te muerden, ya que tanto de sus patas, como de sus dientes secretan veneno corrosivo, que como comprobé para mi horror, también es altamente inflamable.

Me acerqué con curiosidad para ver el cuerpo del animal, toda su cabeza, junto con piel y su pelaje, había sido calcinado, dejando un horrendo olor a su paso, pero las patas y lo que parecía ser el cuerpo, estaban intactos. Este era escamoso y realmente duro.

Una vez se enfrió, lo examiné con cuidado, y me fijé que de la parte superior, a pesar de continuar siendo escamoso y resistente, tenía miles de pequeños agujeros por los que, supuse, salía su pelo verdoso, mientras que en la barriga, era todo plano y duro.

Recé a Zólock para no volver a encontrarme con ningún otro animal similar a este. Y supongo que este me escuchó. A su manera…

Habíamos montado un campamento cerca del río Kida, el cual tenía muy poco caudal. El río quedaba enfrente de mí, antes me había acercado para beber un poco de agua y comprobé que a penas tenía un palmo de profundidad.

Cuando me acosté para intentar dormir, aun con la imagen del Gaure atacándome la mente, vi una figura translúcida y algo resplandeciente salir del río.

Erin y Elen ya estaban dormidos, por lo que decidí no moverme al ver a aquel ser astral. Este flotaba sobre el agua, tenía una cabeza redonda y pequeña, en la que resaltaban dos grandes ojos compuestos, parecidos a los de una mosca. Le creía piel desde la parte inferior del cuello, que le rodeaba los brazos y el cuerpo. Se podría llegar a confundir con un vestido, de no ser por el tétrico brillo azulado que tiene, y la semi transparencia que dejaba ver la silueta de su cuerpo.

El fantasma dio unas vueltas por el campamento, pasando por encima de las tiendas dónde dormían los orgalcs, y se fue tal cual vino.

Al no haber rastro de aquel ser, me levanté a despertar a mis compañeros, que parecían tener un sueño agradable. Y se sorprendieron por mis palabras.

– Por lo que dices, tiene que haber sido una Moo, son seres nocturnos, capaces de volverse etéreos, por lo que pueden cruzar a través de los objetos. Has tenido suerte de verla, existen muy pocas ejemplares en Hial Bri.

Empecé a avasallarlos de preguntas sobre las Moos, y me respondieron sin rechistar. Al parecer estos seres son seres casi divinos para los orgalcs, creadas para complacer y castigar a los que se lo merecían.

Tienen poderes psíquicos, y son capaces de saberlo todo sobre una persona. Tanto los más profundos deseos, cómo el peor de sus miedos. Tuve suerte de no haber enfadado a esa Moo, no quiero ni imaginar que habría hecho conmigo…

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