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El Susurro Tras la Puerta

Hace un tiempo me propuse escribir un pequeño libro de criaturas e historias vividas en el pequeño reino de Hial Bri, lugar donde ocurre la historia de mi libro: El Grupo Sombra La Pulsera Violeta, y hoy, por fin, os traigo el primero de estos relatos.

Una vez los tenga todos, los publicaré juntos en un pequeño libro al estilo de «Animales Fantásticos y dónde encontrarlos» el cual «será escrito» por un escritor anónimo que va viajando por todo el reino para descubrir todo lo posible sobre él. En él también quiero añadir varios dibujos, de varios artistas (estoy abierto a propuestas) a los que, obviamente, pagaré por su trabajo. 

Espero que os guste el primer de los relatos, el cual he titulado «El Susurro Tras la Puerta»:

El Susurro Tras La Puerta

Esta es una historia que me dejó fascinada cuando la escuché, por aquellos tiempos estaba conociendo en profundidad Kormc, la ciudad mercado, y en una de sus noches, justo antes de dormir, me contaron esta horripilante historia. Muchos niegan que esto ocurriese en realidad, pero sea cierta o no, debe quedar plasmada para la posteridad. Por ello intentaré plasmar con el máximo énfasis possible las palabras de aquel hombre:

La leyenda cuenta que todo empezó con un desconocido entrando en esta misma taberna. Acababa de llegar a la ciudad, quería empezar una nueva vida y conocer todo lo posible sobre la ciudad mercado. Le preguntó por los últimos rumores a la tabernera, y esta, encantada, le comenzó a hablar de los desvaríos de Dario, uno de los hijos de Bolgraz, uno de los antiguos gobernantes de Kormc. Las historias decían que se estaba volviendo cruel, y que incluso su padre le temía.

El hombre salió en dirección al castillo, decidido a hablar con el mismo Bolgraz para ayudarle con su tenebroso hijo. Muchos creen que lo hizo por avaricia, esperando una gran recompensa por parte del regidor, hay algunos pocos que creen que lo conocía ya de antemano, dado que no tuvo ningún problema a la hora de entrar en sus dependencias para hablar con él.

Bolgraz le confirmó lo que ya sabía, Dario se había aislado de su familia y cada vez era más violento, llegando incluso a atacar a su propio padre. Este, en un arrebato de debilidad, le pidió que hablase con su hijo, e intentase descubrir por qué se comportaba así contra su familia.

El hombre se acercó tranquilo a Dario, tan solo era un crío malcriado, pensaría… Qué equivocado estaba. Con tan solo cruzar una mirada, pudo notar el mal en su interior.

– Así que el cerdo asqueroso de mi padre te ha mandado a molestarme, ¿eh? Algún día de estos tendré que arrancarle la cara para que me deje en paz.

El chico no vacilaba al pronunciar tales barbaridades, realmente le hubiese gustado arrancar con sus propias manos la piel de su padre. Pero continuó hablando:

– Mi padre no sabe nada de mí, pero yo sí sé cosas sobre él… Muchas más de las que él cree.

Intrigado por esas últimas palabras, le preguntó sobre las cosas que sabía sobre Bolgraz, y con orgullo, Dario empezó a hablar:

– Sé que es un creyente de Zólock, a pesar de su odio hacia los orgalcs. Le preocupa que lo echen de la ciudad. Sé, incluso, que él… Qué yo… Qué yo soy un bastardo.

Abrumado por tales afirmaciones, aquel viajante tan solo pudo preguntar cómo sabía todo aquello, a lo que Dario respondió sin reparos:

– Este es un castillo antiguo… Hay un cierto lugar en el que te puedes encontrar con la persona indicada. Ella es sabia, me ha dicho todo lo que sé, pero no sé cómo se llama, ni cómo es. Suele hablarme a través de la puerta del sótano, aunque nunca he conseguido abrirla.

El hombre bajó con temor al oscuro sótano, a pesar de la vela que llevaba, apenas podía ver la escalera por la que se adentraba en la más absoluta oscuridad. A cada paso que daba, el frío se aferraba cada vez más a sus huesos, y su visión iba cada vez a menos.

Con el último escalón, la vela que tenía en mano se apagó, dejando en la más absoluta oscuridad. Ni siquiera en las calles de Zunvra podían compararse con aquel sótano maldito.

Caminó poco a poco, alargando los brazos, intentando encontrar algo con lo que guiarse, aunque sea la propia pared de la habitación oscura. Caminaba sin parar, sin encontrar nada que pudiese tocar siquiera. Hasta que escuchó una voz.

Era una melodiosa y poderosa voz de una mujer que la llamaba desde la lejanía. Una voz que la llevó hasta la Puerta Tenebrosa de la que hablaba el chico.

Se encontraba cansado de caminar en las tinieblas, y de su corazón brotó alegría pura al encontrar luz en aquel lugar oscuro.

Estaba en una pequeña habitación apartada, llena de paja y bichos, con una sola puerta vieja y mohosa de la cual se podían apreciar perfectamente grandes manchas rojizas.

– Por fin… Hace tiempo que esperaba a alguien cómo tú. El bastardo es enérgico, y tiene ambición. Pero le falta capacidad de acción…

Esa poderosa voz, penetraba en su mente como una melodiosa canción y le atrapaba, queriendo escuchar más.

– ¿Quién habla? – Preguntó temeroso el hombre.

– Ah, cómo no… Pocos son los que oyen ya mis susurros. Te perdono tu ignorancia, mortal. Soy Zarach, hija de Zólock. Creadora de mentes y sentimientos. Quién tira del hilo entre las conexiones de los mortales cómo tú. La que hace florecer el amor, el odio, la traición… Una de los Cinco Vástagos.

Abrumado y asustado por tal afirmación, el mortal se arrodilló ante la puerta tenebrosa y le preguntó, dudando, cuál era su deber y de qué maneras podría complacerla.

– Una parte de mi poder ha quedado recluido detrás de esta puerta. Las tensiones y la paranoia abundan en la ciudad, y hacen bien en temer el poder que hay tras esta puerta. Son pocos los que tienen la confianza del regidor, y el bastardo oscuro sabe a quién me refiero… Deja que él guíe tus pasos y abre la puerta. Cueste lo que cueste.

Al escuchar esas últimas palabras, la luz que iluminaba la estancia desapareció, y el desconocido despertó al pie de la escalera del sótano, sin saber si lo que acababa de escuchar era real. Aunque unas palabras no paraban de rondar en su mente.

“Tengo que hablar con Dario” “Tengo que hablar con Dario”, “Tengo que hablar con Dario”, esas palabras atacaban su mente sin parar, haciendo incluso que le viniesen ataques de dolor repentinos. Con prisas, subió a los aposentos de Dario y lo despertó del sueño en el que estaba.

– La has conocido, ¿verdad? La dama de los secretos te ha hablado. Lo noto.

– Así es… Y te ha mencionado. Dice que sabes quién tiene la confianza de tu padre.

– ¿Así que mi padre le ha confiado la llave de la puerta a ese predicador? Solo hay una persona en quien mi padre confía… Corenger. Y te aseguro que nadie le echara en falta si muere misteriosamente. Se cree un adalid de Kiuz, alardea demasiado.

Por primera vez en mucho tiempo, supo que tenía que hacer. Se plantó en la habitación del falso adalid mientras dormía. Cogió el abrecartas de la mesa, y Corenger empezó su auténtico descanso…

– Bien hecho, mortal… Mira en sus bolsillos, la llave debe estar allí. – Le habló Zarach

El hombre obedeció a la melodiosa voz de su mente, y cogió la llave sin rechistar. Una llave que le abrió la puerta tenebrosa. Algunos dicen que ese poder lo corrompió y le volvió loco. Otros que le ayudó a ser el emperador durante su corta vida. Muchos otros ni siquiera creen que esa puerta exista de verdad. Pero aún nadie se explica por qué Corenge terminó con un abrecartas en el cuello…

¿Qué os ha parecido?

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