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Una Flor en el Mar – Tercera Parte

una flor en el mar

Esta es la tercera parte de «Una Flor en el Mar», si aún no has leído las anteriores, puedes hacerlo aquí.

Una Flor en el Mar: La Esperanza

Los días iban pasando mientras mi rutina se iba repitiendo una y otra vez. Durante aquel tiempo
tenía la esperanza de que se hubiese lanzado un mensaje de socorro, y alguien estuviese de camino
para rescatarme, pero ese día nunca llegaba. La radio de la cápsula seguía rota, y por muchas
reparaciones que le hiciera, no conseguía hacer que funcionase.

Creo que fue una semana después del accidente, no lo recuerdo bien, no contaba los días, un
pulperro me trajo un constructor de hábitats que encontró por las aguas. Sentí una gran alegría al
verlo, con él ya no tendría que dormir en el asiento tan incómodo de la cápsula salvavidas y
empezaría a construir lo que se acabaría convirtiendo en un hogar.

El aparato estaba dañado, pero pude repararlo sin problemas con el fabricador.

Con este otro milagro tecnológico, pude construir la primera sala de la que en un futuro sería mi
nueva casa. Que os voy a contar sobre ese aparato, en nuestro planeta absolutamente toda gran estructura se construye con él. Más de una vez me he despertado con un nuevo edificio que el día
anterior no estaba. Aunque nunca pensé que llegaría a utilizar uno. Parecía ser una pequeña pistola,
con una pantalla que te indicaba que podías construir. Los planos que había estaban pensados y seleccionados específicamente para este planeta. Se sabía que era un mundo rodeado de agua, por
ello las construcciones, incluso las cápsulas salvavidas, llevaban flotadores o bien estaban creadas para resistir debajo del agua.

Seleccioné la sala submarina y miré los materiales que necesitaba para crearla.

Además de la base como tal, necesitaba dos cosas más: una escotilla para entrar, y electricidad.

La cápsula tenía un pequeño molino acuático con el que recogía la electricidad básica para hacer funcionar el fabricador, pero este no era suficiente para la nueva base.

En los planos del constructor
había distintos aparatos para conseguir electricidad, pero los que más poder daban, o bien
necesitaban una fuente de calor externa que por las zonas no había, o bien necesitaba materiales que no tenía para construirlos. Por ello no me quedó más remedio que empezar construyendo placas
solares en el techo de la base.

Con un poco de titanio y cuarzo ya era suficiente y el tiempo solía estar soleado todo el día, por lo que no tenía problemas.

Tardé dos días en construir todo lo necesario en la base. Primero construí un suelo plano, para tener
cierta estabilidad, y encima coloqué la sala principal con una escotilla para poder entrar y salir.

Dicha sala era una sala redonda, con una ventana que puse mirando hacía la lejanía, dónde aún no me había atrevido a investigar.

Le coloqué dos placas solares en el techo y dentro, construí una cómoda cama, un fabricador y varias taquillas.

Ya había desistido de arreglar la radio de la cápsula, por ello construí una completamente nueva en la base. Fue entonces cuando recibí el mensaje que me llenó de esperanza:

«Aquí la nave Kius, hemos recibido un SOS desde el planeta 415829-V, estamos de camino para él
rescate.»

Les respondí agradecida, enviándoles las coordenadas de dónde me encontraba yo, aunque pasaron un par
de días cuando recibí su respuesta:
«Aquí Kius, hemos detectado una isla al este de dónde se encuentra, espérenos allí, llegaremos en
breves».

El hecho de salir de aquella zona me asustaba, la verdad. No sabía que más podía haber ahí fuera y
en aquel momento me encontraba en un sitio seguro. Pero eso no significaba que debiese quedarme
allí. Debía volver a casa. Debía volver a ver a mi familia, a mis amigos.
Por ello, desde que recibí aquel segundo mensaje me puse a trabajar sin parar, con tal de
construirme una brújula con la que orientarme, un pequeño deslizador submarino y una bombona de
oxígeno recargable con la cual poder estar más tiempo bajo el agua.

En un día conseguí todo lo necesario para el fabricador, aunque la noche llegó y decidí dormir antes de ponerme en marcha.

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