Estrellas inmortales

El segundo relato de hoy, ha sido escrito por Silvia. Es una historia de fantasía en el que nos presentan a Menya en un mundo lleno de magia e injusticias.

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Estrellas Inmortales

Las llamas de la pequeña hoguera bailaban en medio del campamento, iluminando la noche
o al menos donde el muchacho estaba situado parecían tener un ritmo propio al oír crepitar
el fuego.
La caravana con la que viajaba se había detenido durante la noche para descansar un
poco, él se había unido hacía tan solo unos días. Era muy animada y le gustaba bastante,
aunque tan cambiante como el fuego.
– Señor,- llamó su atención una niña que cubría su cabeza con un pañuelo pero del que
escapaban unas trenzas. Con piel tostada por el sol y ojos marrones, una Dennie
seguramente.- Mi madre ha dicho que podría tener hambre.
Observó el cuenco que le tendía con un poco de estofado, en cuya superficie flotaban unas
raíces y un trozo de carne que no identificaba ni quería saber de qué criatura era. Todos los
que iban en la caravana contribuyeron con algo y había quedado algo decente. Él había
contribuido con unas hierbas que daban un buen sabor y olor a la comida,las cuales fueron
recibidas de buen grado.
– Muchas gracias, eres muy amable…
– ¡Terika! ¡Me llamo Terika!- dijo con orgullo la joven- ¿Y usted?
– Menya.
– Es un nombre extraño.- reconoció sin dejar de mirarlo con interés.
– Es el que me dieron.- se encogió de hombros y probó el estofado.
– Mi madre me puso ese nombre porque le recordaba a unos pájaros con el mismo nombre.
Sabía de qué pájaros hablaba la pequeña. Negros y con un plumaje precioso, aunque su
canto parecía una pelea entre un gato, un hipopótamo y un borracho que berreaba
serenatas.
– Creo que es un nombre adecuado.
– ¿Va a Tesal, señor?- cambió de tema Terika sorbiendo de su cuenco.
La pequeña nombró la ciudad de los comerciantes, donde muchos se reunían durante todo
el año para vender o intercambiar productos, si tenías suerte te harías de oro si no…
– No, voy al Norte, hacia Oriseum.
– ¿La ciudad de las ruinas?No le sorprendía que la pequeña no supiera nada más que eso sobre el lugar, terminó su
sopa y pensó durante unos segundos.
– ¿Te gustaría oír una historia sobre Oriseum como pago por la sopa?
La niña asintió con entusiasmo y se sentó un poco más cerca de Menya para no perder un
solo detalle de la narración.
– ¿Es un cuento?
– Una historia, la diferencia con un cuento es que está ocurrió realmente… O tal vez no.-
respondió enigmático Menya.
«Tiempo atrás, la ciudad de Oriseum fue una próspera ciudad: agricultura, ganadería, artes,
construcción, magia… Todos los campos los estudiaban e intentaban dominarlos.
El primer rey fue Remir, junto con su consejo de seis grandes reinó en la ciudad con
sabiduría durante muchos siglos.»
«Pero por desgracia, no toda la paz es siempre duradera. El vigésimo rey, Omis, fue un rey
egoísta y cruel. Disolvió el consejo e intentó apoderarse de todas las tierras que pudo
durante su reinado. Saqueando y matando sin control, aunque había algo que podía parar
su reinado: Su muerte.»
«Desesperado, pidió ayuda a los más sabios, al no poder darles una respuesta que lo
satisficiera, los ejecutó a todos. Hasta que por fin llegó una mujer de ropajes impolutos y
presencia encantadora como un campo de flores.»
«La mujer le propuso un trato al rey: Ella le crearía un cuerpo perfecto a cambio de ser su
consorte. El rey aceptó y la mujer creó a un ser humano muy parecido al rey.»
– ¡Eso está prohibido!- rebatió la niña levantándose de su asiento.- ¡Es magia mala!
– Antes no se consideraba magia mala.- sonrió Menya, comió un poco más deleitándose
con el sabor de la sopa, aunque la niña lo acechaba con su curiosidad.- Ejem…
«Por supuesto primero fue un niño, la mujer lo crío enseñándole todo lo que sabía. Por
supuesto no le enseñó magia, no era estúpida, pero sí le hizo inmune a ella.»
«Como suele pasar, la avaricia es demasiado. Omis cansado de esperar y envejecer exigió
su nuevo cuerpo, aunque la maga había mentido para bien. Se presentó con su verdadero
nombre: Namika. Y en realidad buscaba venganza por qué Omis había matado a su marido
y su hija.»
«Omis solo rio y se burló de ella, pero la creación de Namika estaba lista para defender a su
maestra… Y eso hizo. Ese mismo día, Namika escondió a la creación en una de las
habitaciones del castillo y se marchó para encontrar un lugar seguro.»– ¿Por qué no se lo llevó?
– La gente no estaba preparada para un ser inmortal, Terika.
– ¿Nadie encontró a ese ser?
– No hasta mucho, mucho, mucho tiempo después… Namika ya había muerto por una
herida mágica y el puede que siga esperando.- sentenció Menya.
– Pobrecito… ¿Así termina el cuento?
– Historia, y sí. Mira él lado bueno, esa criatura está encerrada.
– No me importaría conocerlo, buenas noches, señor.- sentenció la niña volviendo con su
madre.
Menya no quería contarle a la niña lo que había pasado a continuación. Seguía siendo su
secreto y de Kimyan. Recordaba como lo había encontrado al romper el muro y lo miró a
sus ojos naranjas como los atardeceres que veía con su maestra.
Kimyan que había sido su príncipe, amigo y amante. Que cuidó de él y siempre estuvo a su
lado, a pesar de saber que no iban a estar siempre juntos. Mirando al cielo recordó la
primera vez que se dió cuenta de ello.
Había insistido en ir a una de las torres del castillo a ver las estrellas y que Menya le contara
sobre ellas. Después de explicarle sobre la constelación de Joreo, Menya palideció al darse
cuenta de las arrugas en los ojos de Kimyan además de algunos cabellos brillantes como la
luna.
– No te preocupes, Menya.- quitó importancia él, en ese momento rey.- Podría ser peor,
imagínate que estuviese lleno de cicatrices o que tuviera tres ojos como los Rimir.
– Seguirías siendo la persona que amo… y me preocupa que nos quede poco tiempo.-
confesó Menya. Kimyan sonrió de lado cuando notó la calidez de su mano sobre la suya.
– Siento no poder vivir más, no darte más de mí limitado tiempo, Menya.- sus ojos que en
ese momento parecían brasas apagadas que no se apartaban de él.- No ser tú quien se
siente a mi lado en el trono, no poder vivir sin gente que nos deje en paz…
– No importa Kim…
– ¡Déjame terminar! Me estaba quedando una gran declaración.- se enfurruñó el rey a lo
que Menya rio al recordarle a una rana.
El rey se quitó el anillo del sello real y se lo puso en el anular derecho a Menya muy
satisfecho con su acto.– Aunque no nos dejen casarnos y esté yo ya casado, quiero que cuando veas el anillo
sepas que mi corazón siempre te va a pertenecer a ti y solo a ti.
– ¿Has pensado mucho en ese discurso?- preguntó Menya sintiendo como las lágrimas
empezaban a llenarle los ojos.
– Unas cuantas noches.- admitió Kimyan besando las mejillas para reemplazar las lágrimas
de su único amor.
Aunque Kimyan tuvo una vida larga y feliz, muchos se preguntaban por qué había un joven
a su lado en sus últimos días y no sus hijos o nietos. Lleno de arrugas, con el pelo níveo
reluciente, la piel arrugada y los ojos con un velo permanente. A pesar de ello no dejaba de
sonreír al notar las caricias de Menya.
– Menya… me gustaría pedirte algo…- tomó aire de forma entrecortada y se giró al lugar
donde sentía la mano.
– Cumpliré tú voluntad sea cual sea.
– Llévame a Oriseum…- suplicó y aunque le atacó la tos continuó.- El lugar donde nos
conocimos… quiero ver las estrellas allí contigo…
– Como ordene mi… amor.- sonrió Menya y beso la frente de Kimyan.
– Y ahora… cuéntame de nuevo la historia del joven inmortal… el que mató al rey… para
defender a su madre…
– Has oído esa historia mil veces.
– Y siempre he sospechado que tú eras el inmortal.- intentó bromear el anciano rey
mientras se relajaba cerrando los ojos.
Antes de llegar siquiera a la parte en la que aparecía la maga, Menya dejo de notar los
latidos de su otra mitad, fue como si le arrancarán parte de su propia existencia, aunque
sabía que no era posible no pudo evitarlo y empezó a llorar y gritar.
Y allí estaba, camino de Oriseum con las cenizas de su amor en su bolsa de viaje. Nadie le
había impedido llevárselas, aunque nadie lo sabía tampoco, un vacío legal.
Solo quería ver las estrellas desde la que había sido su casa, su prisión y su liberación con
los restos de su primer amor… Aunque no sabía si sería el único que tendría en el camino
que le quedaba por recorrer.

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