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El relato más estúpido

Simpson

Muchas veces he pensado que no habría relato más estúpido que el de «la silla de mi habitación«, y quizás sea así, quizás no, mi dueño no me permite saberlo. Seguramente ni él mismo lo sepa. Ahora mismo está cansado y un poco aburrido, por ello está haciendo que os explique estas cosas tan aburridas que simplemente le pasan por la cabeza.

Quiere escribir un buen relato, que lo haga pasar bien a la gente o al menos le entretenga un rato, pero no sabe si lo hará o no. Lleva ya bastante tiempo con esto y está recibiendo poca atención, y no le gusta. Quiere que le reconozcan cómo lo que es, no que utilicen sus gustos para burlarse. Por ello en parte también se alegra de tener poca atención, aunque también desea más. Es un estúpido, no hay más explicación.

¿Pero para qué vamos a aburrirnos los dos con sus penas? Soy el dios de la Nada capaz de hacerlo todo. Vamos a pasarlo bien un poco.

Imaginaos un mundo en el que absolutamente todo es lo que parece. ¿Ves una nube con forma de árbol? ¡Pues es un jodido árbol que ha empezado a caer del cielo de verdad! ¿Qué un pequeño bicho te ha parecido un mosquito tigre? Efectivamente, un mosquito tigre es… ¿Qué un político te parece un ladrón? Bueno, aquí no hay muchos cambios… Para qué vamos a engañarnos.

Pues en este mundo donde todo es lo que parece ser. Hay una persona llamada X que se dio cuenta de ello. Se pasó la vida entera pensando que todo era como era, hasta que vio a su amiga que miraba a lo que ella pensaba que era una cabra, decir que era un león. Entonces, dicho extraño animal que realmente era un perro, creció a un tamaño espectacularmente grande, le crecieron los colmillos y los cuernos y una gran melena de color marrón oscura.

Su amiga salió corriendo asustada, creyendo que ese monstruo que habían creado sin saberlo iba a comerles. Y obviamente, al creer eso, el monstruo quiso comerles. X flipó al ver aquello y pensó que no sería para tanto, que seguro que era una simple actuación callejera. Y mientras su amiga corría despavorida, el maléfico monstruo se volvió como un grupo de personas disfrazadas.

Se alegró muchísimo de ello, aunque no entendió el motivo, no lo quiso saber, «será que solo soy un juguete de un dios invisible» pensó X, siendo esto lo último que pensó. Su cuerpo se volvió de plástico y nunca más se pudo mover, pues tal como había creído, se convirtió en un simple juguete.

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